Pero si queremos ser realistas, siendo conscientes de todos los desastres y desgracias que suceden en este mundo, de las cuales nos llega cumplida y detallada información a causa de la globalización mediática, tendríamos que conformarnos precisamente con no padecer alguna de esas desgracias.
Por consiguiente, otra manera de que nos toque la lotería sería: no sufrir un accidente, no padecer una enfermedad importante, no ser víctima de alguna agresión, etc. ; por no hablar de las desafortunadas personas que han nacido en algunos países o regiones en los que, además de las desgracias particulares, sufren las consecuencias de desastres como: catástrofes naturales, guerras, hambrunas, epidemias, arbitrariedades de sistemas antidemocráticos o dictatoriales y un largo etcétera.
Particularmente y hasta la fecha, he sido víctima de dos accidentes de tráfico cuyas secuelas me han marcado la vida desde el punto de vista de la salud. Especialmente en el primer caso, el índice de probabilidad de que se prudujera calculo que sería similar al que existe de que me tocase el "gordo" de la lotería de navidad. Además, tengo una hermana con una infrecuente discapacidad psíquica, mitad congénita y mitad adquirida: la estadística de personas con la enfermedad congénita de mi hermana coincide aproximadamente con la de obtener algún premio importante en el susodicho sorteo navideño. Por tanto yo siempre me digo a mí mismo que, hasta el momento, me ha tocado la lotería en sentido inverso tres veces.
Son las dos caras de la fortuna. Puesto que somos realmente meros supervivientes en este mundo imperfecto y ya que de la noche a la mañana nuestra suerte puede cambiar, debiéramos considerarnos suficientemente agraciados, afortunados y, por tanto confortados, mientras no nos toque la lotería al revés.