sábado, 21 de mayo de 2011

Movimiento 15-M: ¡Indignaos!

Estoy deacuerdo con el espíritu que motiva este movimiento, alentado por las manifestaciones pacíficas en los países árabes y sobre todo inspirado por la reflexión que nos plantea Stéphane Hessel en su libro: ¡Indignaos! con prólogo de José Luis Sampedro. Hessel pretendía con este libro despertar las conciencias dormidas de la gente y "alentar a la indignación juvenil a través de la no-violencia y conseguir un efecto contagio por todo el mundo".

Con las crudas consecuencias de esta crisis económica que estamos sufriendo se han puesto al descubierto con nunca antes las miserias que se derivan de este déspota sistema capitalista al que globalmente se ha abrazado como única alternativa posible al sucumbido sistema comunista. Este sistema prioriza el consumo salvaje como motor que genera la estabilidad de los mercados y de las entidades financieras que los sostienen. El problema es que cuando se genera una crisis, todo aquél que se queda fuera del círculo: producción-retribución-consumo, es ignorado y marginado por este sistema y sufre sus consecuencias. Hasta ahora el capitalismo ha ignorado la discrepancia procedente de los valores humanos ya que, para este sistema, todo lo que no es mercancía carece de valor.

Ahora, por fin, muchas personas que están sufriendo en carne las dramáticas consecuencias de que ha generado esta crisis están despertando de su letargo e intentan poner en valor encima de la mesa una serie de fundamentos éticos y morales que consideran imprescindibles para reformar y enmendar las injusticias de este sistema y regenerar las carencias demorcráticas que lo avalan por parte de las instituciones intergubernamentales. Se trata de garantizar, como máxima prioridad, las necesidades básicas de las personas más desfavorecidas, necesidades que están reconocidas por el máximo nivel de nuestro ordenamiento jurídico pero que este sistema capitalista en el que estamos inmersos no tiene vocación en garantizar, ya que está motivado por la especulación y la codicia. Sin duda es tarea (supuestamente)de los poderes públicos el hacer todos los esfuerzos posibles para poder garantizar el acceso de todos los ciudadanos a dichas necesidades básicas, más teniendo en cuenta que su actuación es financiadas con el dinero de todos.

En resumen, creo que es necesario plantearse otra escala de valores y priorizar el garantizar las necesidades básicas de las personas antes que sacar brillo a la marca de las organizaciones económicas, además de que haya un reparto más justo de la riqueza.

Hemos pasado de la resignación o la indiferencia al contagio de la indignación pacífica y comprometida.











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Alegato contra la indiferencia

jueves, 12 de mayo de 2011

Duelo por Lorca









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