La plena igualdad entre el hombre y la mujer ha de ser un principio esencial en las sociedades democráticas, por tanto debe constituir un pilar fundamental para la convivencia y la justicia social. Si cualquier forma de discriminación, por definición, se considera rechazable, tanto más nos ha de parecer la forma de discriminación más agresiva, irracional e injusta: el ejercicio de la violencia contra la mujer, esa violencia que es engendrada por un machismo antropológico recalcitrante.
Poco a poco en las sociedades desarrolladas la discriminación hacia la mujer se está consiguiendo erradicar del ámbito público y por tanto carece de cobertura institucional. Es exigible que, desde la educación y el fomento de la concienciación social, los esfuerzos del conjunto de la sociedad se centren en combatirla también en el ámbito privado. Al mismo tiempo, es responsabilidad de los países con sistemas democráticos favorecer el impulso sobre igualdad de género y derechos de la mujer en aquellos países que aún no gozan del establecimiento de dichos valores y principios democráticos y de justicia social.
La mayor discriminación de la historia de la humanidad es la ejercida sobre la mujer.
Esta discriminación ha estado vigente en todos los ámbitos: el hogar, el trabajo, vida pública, derechos políticos, reconocimiento jurídico, etc.
Hasta tiempos muy recientes, la progresiva conquista y reconocimiento de derechos individuales políticos y sociales del género masculino no ha ido acompañado de la inclusión o avance del género femenino, al que tradicionalmente se le han reservado otro tipo roles o posiciones, generalmente del hogar y dependientes de la condición masculina.
Aproximación histórica
El hecho objetivo de que el hombre posea una mayor fuerza física se ha traducido, desde el principio de los tiempos, en un abuso de poder hacia el género femenino. Cuando de algún modo se ponía a prueba o se rebatía la autoridad o supremacía del hombre la mujer "debía ser escarmentada"; o sea: sufría maltrato.
Por toda la geografía, en las diversas culturas que han existido a lo largo de la historia, tanto en el ámbito familiar como en el social ha existido una concepción patriarcal basada en el dominio y autoridad del hombre y la sumisión de la mujer (excepcionalmente en alguna cultura ha prevalecido el matriarcado). El papel de la mujer estaba reservado a las tareas domésticas y al cuidado de los hijos, mientras que el hombre se encargaría de obtener el sustento y hacer la guerra cuando ésta fuera necesaria.
Las aportaciones de los diferentes credos o de la filosofía apenas contribuyeron a la transformación de la concepción machista de la sociedad en otra más igualitaria. En algunas fuentes religiosas se parte de la premisa de que la mujer fue el origen de todo pecado. Mientras que la filosofía no reparó en la desigualdad de la mujer. En mayor o menor medida, se logró un reconocimiento a la dignificación de la figura de la mujer, según su estatus familiar o social. Pero dentro del ámbito familiar la figura del marido o del padre seguía siendo la que ostentaba la autoridad absoluta.
A partir del siglo XIX comenzó tímidamente a surgir el movimiento feminista. A mediados de siglo, en las sociedades occidentales, las mujeres empezaron a tomar conciencia de su discriminación y comenzaron a revelarse contra el status quo imperante. Las mujeres que tomaron la iniciativa de luchar por la igualdad tuvieron que hacer frente a otras muchas mujeres que (en gran parte influenciadas por la Iglesia) entendían los movimientos reivindicativos femeninos como inadecuados a la moral y a las buenas costumbres. Ni siquiera la Revolución Francesa y otros movimientos revolucionarios posteriores que pusieron fin el Antiguo Régimen dieron lugar a un reconocimiento de derechos de las mujeres en pie de igualdad con los hombres: no se les consideró como ciudadanas de pleno derecho.
El hecho objetivo de que el hombre posea una mayor fuerza física se ha traducido, desde el principio de los tiempos, en un abuso de poder hacia el género femenino. Cuando de algún modo se ponía a prueba o se rebatía la autoridad o supremacía del hombre la mujer "debía ser escarmentada"; o sea: sufría maltrato.
Por toda la geografía, en las diversas culturas que han existido a lo largo de la historia, tanto en el ámbito familiar como en el social ha existido una concepción patriarcal basada en el dominio y autoridad del hombre y la sumisión de la mujer (excepcionalmente en alguna cultura ha prevalecido el matriarcado). El papel de la mujer estaba reservado a las tareas domésticas y al cuidado de los hijos, mientras que el hombre se encargaría de obtener el sustento y hacer la guerra cuando ésta fuera necesaria.
Las aportaciones de los diferentes credos o de la filosofía apenas contribuyeron a la transformación de la concepción machista de la sociedad en otra más igualitaria. En algunas fuentes religiosas se parte de la premisa de que la mujer fue el origen de todo pecado. Mientras que la filosofía no reparó en la desigualdad de la mujer. En mayor o menor medida, se logró un reconocimiento a la dignificación de la figura de la mujer, según su estatus familiar o social. Pero dentro del ámbito familiar la figura del marido o del padre seguía siendo la que ostentaba la autoridad absoluta.
A partir del siglo XIX comenzó tímidamente a surgir el movimiento feminista. A mediados de siglo, en las sociedades occidentales, las mujeres empezaron a tomar conciencia de su discriminación y comenzaron a revelarse contra el status quo imperante. Las mujeres que tomaron la iniciativa de luchar por la igualdad tuvieron que hacer frente a otras muchas mujeres que (en gran parte influenciadas por la Iglesia) entendían los movimientos reivindicativos femeninos como inadecuados a la moral y a las buenas costumbres. Ni siquiera la Revolución Francesa y otros movimientos revolucionarios posteriores que pusieron fin el Antiguo Régimen dieron lugar a un reconocimiento de derechos de las mujeres en pie de igualdad con los hombres: no se les consideró como ciudadanas de pleno derecho.
Ya entrado el siglo XX, tuvo lugar el trágico acontecimiento del 8 de Marzo de 1908, en el que murieron quemadas más de cien mujeres trabajadoras de una fábrica textil en Nueva York que se habían declarado en huelga. Este hecho determinó el establecimiento de ese día para celebrar cada año el Día Internacional de la Mujer trabajadora. La Revolución Rusa de 1917 originó, al menos teóricamente, el pleno reconocimiento de la igualdad entre hombres y mujeres. Finalmente, durante la primera mitad de siglo fueron apareciendo países occidentales en los que se reconocía el sufragio femenino.
España
En lo que respecta a España, la moral católica y el tradicionalismo que prevalecieron a través de los siglos impidió la aparición con tanta fuerza como en otros países europeos de un auténtico movimiento feminista o sufragista. Lentamente, con el tránsito al siglo XX comienzan a cambiar las cosas:
Este último hito dió lugar el inicio de la equiparación jurídica entre el hombre y la mujer. Pero con el inicio de la dictadura de Franco se vuelve a las situaciones anteriores. Sólo en los últimos años del franquismo se inicia, tímidamente, un cierto avance. En 1966 cesa la prohibición del acceso de las mujeres a la judicatura.
Con el advenimiento de la democracia y a través de la Constitución de 1978, se consigue establecer el principio de igualdad (art. 14 Constitución). De este modo se inicia un avance muy significativo y progresivo para la consecución de la plena equiparación social y jurídica de la mujer en todos los ámbitos de la sociedad. Cabe señalar que hasta la muerte del ditador Franco la mujer no podía , por ejemplo, abrir una cuenta bancaria, firmar un contrato de trabajo u obtener el carnet de conducir sin el permiso del marido o padre. Las reformas de 1975 y 1981 del Código Civil, el Estatuto de los Trabajadores de 1980, la despenalización en el Código Penal de delitos como el adulterio y el amancebamiento, etc.
En el panorama actual se puede decir que la mujer ha avanzado en la consecución de la igualdad jurídica en el plano formal y va avanzando en la consecución de la igualdad real, así como en el reparto igualitario de papeles entre los sexos. Pero aún hoy, en pleno siglo XXI hemos de soportar la intolerable existencia de la Violencia de Género ejercida contra la mujer. Mientras no consigamos erradicar este fenómeno, que es el mayor cáncer congénito de nuestra sociedad, ésta no podrá considerarse plenamente avanzada. Esta clase de violencia que es condenada por todas las personas de bien y que no es más que la auténtica expresión del Terrorismo Doméstico.
España
En lo que respecta a España, la moral católica y el tradicionalismo que prevalecieron a través de los siglos impidió la aparición con tanta fuerza como en otros países europeos de un auténtico movimiento feminista o sufragista. Lentamente, con el tránsito al siglo XX comienzan a cambiar las cosas:
- 1910: Por primera vez se autoriza el acceso a la mujer a la Universidad
- 1913: Primera mujer que consigue integrarse a la dirección de un partido político (PSOE)
- 1918: Se permite el acceso de la mujer a la función pública
- 1923: Las mujeres ocupan por vez primera escaños parlamentarios
- 1931: Se reconoce a la mujer el derecho al voto (sufragio universal)
Este último hito dió lugar el inicio de la equiparación jurídica entre el hombre y la mujer. Pero con el inicio de la dictadura de Franco se vuelve a las situaciones anteriores. Sólo en los últimos años del franquismo se inicia, tímidamente, un cierto avance. En 1966 cesa la prohibición del acceso de las mujeres a la judicatura.
Con el advenimiento de la democracia y a través de la Constitución de 1978, se consigue establecer el principio de igualdad (art. 14 Constitución). De este modo se inicia un avance muy significativo y progresivo para la consecución de la plena equiparación social y jurídica de la mujer en todos los ámbitos de la sociedad. Cabe señalar que hasta la muerte del ditador Franco la mujer no podía , por ejemplo, abrir una cuenta bancaria, firmar un contrato de trabajo u obtener el carnet de conducir sin el permiso del marido o padre. Las reformas de 1975 y 1981 del Código Civil, el Estatuto de los Trabajadores de 1980, la despenalización en el Código Penal de delitos como el adulterio y el amancebamiento, etc.
En el panorama actual se puede decir que la mujer ha avanzado en la consecución de la igualdad jurídica en el plano formal y va avanzando en la consecución de la igualdad real, así como en el reparto igualitario de papeles entre los sexos. Pero aún hoy, en pleno siglo XXI hemos de soportar la intolerable existencia de la Violencia de Género ejercida contra la mujer. Mientras no consigamos erradicar este fenómeno, que es el mayor cáncer congénito de nuestra sociedad, ésta no podrá considerarse plenamente avanzada. Esta clase de violencia que es condenada por todas las personas de bien y que no es más que la auténtica expresión del Terrorismo Doméstico.
F.P.
“Esta ansia irracional de dominio, de control y de poder sobre la otra persona es la fuerza principal que alimenta la violencia doméstica entre las parejas”
Luis Rojas Marcos, psiquiatra
“Las leyes podrán fijar los principios capitales; (…) de poco han de valer tales requisitos fundamentales si a ello no se añade el impulso inmediato para adaptar las circunstancias sociales a la ley promulgada en sentido igualitario”
Pérez del Campo Noriega, A M.
"El progreso social se mide por la posición que ocupa la mujer en una determinada sociedad"
Karl Marx
Fuente: Pablo Cuellar (Experto en Violencia de Género)
“Esta ansia irracional de dominio, de control y de poder sobre la otra persona es la fuerza principal que alimenta la violencia doméstica entre las parejas”
Luis Rojas Marcos, psiquiatra
“Las leyes podrán fijar los principios capitales; (…) de poco han de valer tales requisitos fundamentales si a ello no se añade el impulso inmediato para adaptar las circunstancias sociales a la ley promulgada en sentido igualitario”
Pérez del Campo Noriega, A M.
"El progreso social se mide por la posición que ocupa la mujer en una determinada sociedad"
Karl Marx
Violencia contra las mujeres
Artículo de El País
La violencia de género, mayor causa de muerte en mujeres de 15 a 44 años
Artículo de Diario de Sevilla
Artículo de El País
La violencia de género, mayor causa de muerte en mujeres de 15 a 44 años
Artículo de Diario de Sevilla
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