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nos ha de parecer la forma de discriminación más agresiva, irracional e injusta: el ejercicio de la violencia contra la mujer, esa violencia que es engendrada por un machismo antropológico recalcitrante.
Por toda la geografía, en las diversas culturas que han existido a lo largo de la historia, tanto en el ámbito familiar como en el social ha existido una concepción patriarcal basada en el dominio y autoridad del hombre y la sumisión de la mujer (excepcionalmente en alguna cultura ha prevalecido el matriarcado). El papel de la mujer estaba reservado a las tareas domésticas y al cuidado de los hijos, mientras que el hombre se encargaría de obtener el sustento y hacer la guerra cuando ésta fuera necesaria.
A partir del siglo XIX comenzó tímidamente a surgir el movimiento feminista. A mediados de siglo, en las sociedades occidentales, las mujeres empezaron a tomar conciencia de su discriminación y comenzaron a revelarse contra el status quo imperante. Las mujeres que tomaron la iniciativa de luchar por la igualdad tuvieron que hacer frente a otras muchas mujeres que (en gran parte influenciadas por la Iglesia) entendían los movimientos reivindicativos femeninos como inadecuados a la moral y a las buenas costumbres. Ni siquiera la Revolución Francesa y otros movimientos revolucionarios posteriores que pusieron fin el Antiguo Régimen dieron lugar a un reconocimiento de derechos de las mujeres en pie de igualdad con los hombres: no se les consideró como ciudadanas de pleno derecho.
Con el advenimiento de la democracia y a través de la Constitución de 1978, se consigue establecer el principio de igualdad (art. 14 Constitución). De este modo se inicia un avance muy significativo y progresivo para la consecución de la plena equiparación social y jurídica de la mujer en todos los ámbitos de la sociedad. Cabe señalar que hasta la muerte del ditador Franco la mujer no podía , por ejemplo, abrir una cuenta bancaria, firmar un contrato de trabajo u obtener el carnet de conducir sin el permiso del marido o padre. Las reformas de 1975 y 1981 del Código Civil, el Estatuto de los Trabajadores de 1980, la despenalización en el Código Penal de delitos como el adulterio y el amancebamiento, etc.
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comparación con el "antisecularismo de los años treinta" del siglo pasado, en tiempos de la Segunda República. Ciertamente en dicha época existía un sentimiento antisecular, básicamente entre las clases desfavorecidas: obreros urbanos y campesinos desarraigados. Este sentir se derivaba de la mayoritaria sensación de hastío que producía el hecho de que tradicionalmente la Iglesia siempre había sido partícipe o aliada de los sectores privilegiados y poderosos: alta burguesía, terratenientes, caciques y nobleza. El pueblo llano se sentía oprimido por los abusos de dichas clases dominantes al tiempo que decepcionado por lo religioso debido a sus frecuentes contradicciones.
Si bien el expresidente Aznar manifestó en su momento que: "Para ser buen español se ha de ser católico...", durante la estancia en Barcelona de Benedicto XVI, el presidente Zapatero destacó la "relación fluida" del Estado español con la Santa Sede, y que dicha relación es "fruto de lo que expresa la Constitución española como Estado aconfesional que reconoce el peso de la Iglesia católica" en este país, "pero que garantiza la libertad de todos".clericalismo.
1. m. Influencia excesiva del clero en los asuntos políticos.
2. m. Intervención excesiva del clero en la vida de la Iglesia, que impide el ejercicio de los derechos a los demás miembros del pueblo de Dios.
3. m. Marcada afección y sumisión al clero y a sus directrices.
Por tanto, ser anticlerical no significa ser contrario o enemigo de lo religioso. Según se desprende de la definición de la RAE, el anticlericalismo se opone a la "influencia excesiva del clero" o de la Iglesia en los ámbitos que afectan a la vida humana, tanto social como individualmente.
laicismo.
(De laico).
1. m. Doctrina que defiende la independencia del hombre o de la sociedad, y más particularmente del Estado, respecto de cualquier organización o confesión religiosa.
Por consiguiente, todo aquél que se considera laico no implica que haya de ser adversario de lo religioso o lo clerical. Sencillamente una persona laica "defiende la independencia" de todos los ámbitos en que se desenvuelve la vida humana respecto todo aquello que tenga significación religiosa.
aconfesional.
1. adj. Que no pertenece o está adscrito a ninguna confesión religiosa. (Estado, partido aconfesional).
Según se desprende del articulado referido en la Constitución, España es un Estado aconfesional. Pero ello no significa que sea contrario a cualquier tipo de expresión religiosa sino que, simplemente "no está adscrito a ninguna confesión religiosa". Por tanto institucionalmente no se es ni contrario ni partidario a lo religioso, sino que se es neutral.
Resulta absurdo denunciar que , bien desde las instituciones públicas o por parte de la misma sociedad, exista en España un "laicismo agresivo" hacia lo religioso (queriendo referirse a la religión católica). ¿Acaso se han dejado de apoyar por parte de los poderes públicos la celebración de fiestas y cultos religiosos en las vías públicas?, ¿es que encuentran algún impedimento los sacerdotes en oficiar las misas en sus parroquias?, ¿se ha suprimido la enseñanza religiosa en las escuelas públicas? ¿existen evidencias de vandalismo hacia los monumentos o símbolos religiosos?, etc.
El "excedente" de inteligencia del que ha gozado la especie humana (mayor cuanto más tardíamente en la escala de tiempo) le ha servido para evolucionar tecnológicamente, según las necesidades que de un determinado momento y lugar iban surgiendo y dependiendo del grado desarrollo previo de las sociedades en las que se desarrollaba su existencia. A diferencia del ser humano, el "estancamiento intelectual" del resto de las especies animales no les ha permitido poseer la capacidad de transformar el medio en que el que habitan, más allá de lo estrictamente necesario para su supervivencia.
En la antigua Grecia existieron destacados científicos y filósofos en diferentes campos del saber. Posteriormente, en la Revolución Científica del siglo XVII, surgió el llamado "método científico". A partir de ese momento cualquier planteamiento de una nueva teoría habría de seguir un protocolo en forma de fases. Éstas son genéricamente: observación, descripción, hipótesis, experimentación, demostración y finalmente conclusión.