
Pero si queremos ser realistas, siendo conscientes de todos los desastres y desgracias que suceden en este mundo, de las cuales nos llega cumplida y detallada información a causa de la globalización mediática, tendríamos que conformarnos precisamente con no padecer alguna de esas desgracias.
Por consiguiente, otra manera de que nos toque la lotería sería: no sufrir un accidente, no padecer una enfermedad importante, no ser víctima de alguna agresión, etc. ; por no hablar de las desafortunadas personas que han nacido en algunos países o regiones en los que, además de las desgracias particulares, sufren las consecuencias de desastres como: catástrofes naturales, guerras, hambrunas, epidemias, arbitrariedades de sistemas antidemocráticos o dictatoriales y un largo etcétera.

Son las dos caras de la fortuna. Puesto que somos realmente meros supervivientes en este mundo imperfecto y ya que de la noche a la mañana nuestra suerte puede cambiar, debiéramos considerarnos suficientemente agraciados, afortunados y, por tanto confortados, mientras no nos toque la lotería al revés.